Aire del campo en la ciudad

Energías limpias — Más allá de la tradicional provisión de alimentos, ganan protagonismo urbano los biocombustibles para el transporte.

Antes que nada, ¡Feliz Navi­dad! Espero que la hayas pasa­do muy bien. Por mi parte, me sien­to muy con­tento, porque el cam­po recibió un lin­do y sor­pre­si­vo rega­lo por parte de la Ciu­dad de Buenos Aires. De esos que real­mente se nece­si­tan, porque gen­er­an un ámbito de entendimien­to e inter­ac­ción, una sim­bio­sis nece­saria en estos tiem­pos de gri­etas y descon­fi­an­zas. Veamos.

El viernes pasa­do, se pre­sen­taron dos ómnibus que van a fun­cionar con B100. Esto es, Biodiesel puro. Uno pertenece a la línea 132 y el otro a la 91. Son las dos prin­ci­pales que cir­cu­lan por la gran ciu­dad, unién­dola con el pop­u­loso conur­bano. For­ma parte de un macro ensayo de tres tec­nologías difer­entes, con el común denom­i­nador de mejo­rar el medio ambi­ente. Las otras dos alter­na­ti­vas son el bus eléc­tri­co, y el que se mueve a gas.

En el lan­za­mien­to de estos bus­es estu­vieron el jefe de Gob­ier­no, Hora­cio Rodríguez Lar­reta, y Guiller­mo Diet­rich, min­istro de Trans­porte de la Nación. Una pres­en­cia sin duda rel­e­vante, a la altura del suce­so. Ambos men­cionaron la impor­tan­cia de mejo­rar el aire de la ciu­dad. Nosotros agreg­amos: mucho mejor cuan­do el aire limpio viene del cam­po. Y mucho mejor para el cam­po cuan­do la ciu­dad le abre un nue­vo mer­ca­do a sus pro­duc­tos. Aho­ra, no solo provee ali­men­tos, sino tam­bién energía para el trans­porte.

Es solo una prue­ba, dirán algunos. Nosotros antic­i­pamos: es muy difí­cil lograr una mejor ecuación ambi­en­tal que la que apor­tan los bio­com­bustibles. Estos provienen de la foto­sín­te­sis, el mar­avil­loso pro­ce­so que con­vierte el dióx­i­do de car­bono del aire en azú­cares, pro­teí­nas, aceite y oxígeno. Sí, el aire que res­pi­ramos es foto­sín­te­sis pura. Todo acti­va­do por la luz del sol, que según dicen seguirá bril­lan­do por un tiem­po.

El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, con un recipiente que contiene el biodiesel que le dará energía a los colectivos.

El jefe de Gob­ier­no porteño, Hora­cio Rodríguez Lar­reta, con un recip­i­ente que con­tiene el biodiesel que le dará energía a los colec­tivos.

El biodiesel, en la Argenti­na, viene del aceite de soja. Una hec­tárea de soja pro­duce 500 litros de aceite y 3000 kilos de pro­teí­na, que se des­ti­na a con­sumo humano y ani­mal. Comi­da. Aho­ra, para pro­ducir esa hec­tárea de soja, hace fal­ta tam­bién gas­tar com­bustible. ¿Cuán­to? Unos cien litros, des­de la preparación del sue­lo has­ta la cosecha y el trans­porte de los poro­tos a la plan­ta de proce­samien­to. Allí se sep­a­ran sus com­po­nentes, y al aceite se lo con­vierte en biodiesel en un pro­ce­so lla­ma­do ampu­losa­mente “trans­es­ter­i­fi­cación”. Que con­sume muy poca energía. Entra un 10% de metanol, que viene del gas, y sale un 10% de glice­ri­na, un sub­pro­duc­to de muy alto val­or que se des­ti­na a la indus­tria far­ma­céu­ti­ca y ali­men­ti­cia. Des­de edul­co­rante y suavizante para hela­dos, has­ta supos­i­to­rios para bebés, la glice­ri­na ya no viene del petróleo como antes, sino que es de ori­gen agrí­co­la.

Volva­mos al cál­cu­lo: un litro de aceite da un litro de biodiesel. Es decir, en todo el pro­ce­so solo nece­si­ta­mos el 20% del aceite que pro­duce una hec­tárea de soja. El 80% del aceite restante puede ir a movil­i­dad, gen­eración eléc­tri­ca o cualquier otro des­ti­no energéti­co. Y nos quedan “de yapa” 3 toneladas de hari­na de alto val­or nutri­cional, para hac­er milane­sas de soja o ali­men­tar cer­dos, aves, vac­unos y todo bicho que cam­i­na y va a parar al asador.

Ust­ed dirá: “pero cuan­do ese biodiesel se que­ma en el motor, hay emi­siones de dióx­i­do de car­bono”. Respues­ta: sí, la hay, pero son neu­tras, porque antes la plan­ta de soja lo estu­vo fijan­do. En esto, el biodiesel es bien dis­tin­to a la alter­na­ti­va eléc­tri­ca, y –mucho más—al gas nat­ur­al. En la Argenti­na, la matriz de gen­eración eléc­tri­ca se basa por aho­ra en fuentes fósiles, prin­ci­pal­mente gas. Por lo tan­to, pasar del ómnibus a gasoil al ómnibus eléc­tri­co sig­nifi­ca cier­ta mejo­ra en efi­cien­cia energéti­ca, pero no reduce las emi­siones. Es cier­to, por donde pasa no con­t­a­m­i­na, pero hoy es como escon­der la basura deba­jo de la alfom­bra.

El gas, como alter­na­ti­va, tam­bién impli­ca una mejo­ra. Además de reducir algo las emi­siones, está la esper­an­za del shale, que prom­ete fluir a rau­dales de Vaca Muer­ta. Pero des­de el pun­to de vista ambi­en­tal, es más de lo mis­mo. Se tra­ta de un com­bustible fósil, cuya com­bustión va a seguir agre­gan­do partícu­las de CO2 a la atmós­fera, algo que la humanidad se ha prop­uesto elim­i­nar.

Otra ven­ta­ja para el biodiesel es que no requiere cam­bios de tec­nología. La línea 132 fun­ciona con un motor Sca­nia, homolo­ga­do por la empre­sa. En el acto estu­vieron sus más altos direc­tivos, quienes remar­caron que anda mejor el biodiesel puro (B100) que las mez­clas. El de la línea 91 tiene un motor Cum­mins, fab­ri­ca­do en Brasil, en pro­ce­so de homolo­gación.

La cuestión es que el cam­po encon­tró otra veta para apor­tar­le a la ciu­dad. Había un antecedente: hace tres meses, la provin­cia de San­ta Fé imple­men­tó el biodiesel para el trans­porte públi­co en las grandes ciu­dades, con el impul­so de la min­is­tra de la Pro­duc­ción Ali­cia Cicil­iani y la sec­re­taria de Energía Veróni­ca Geese.

Es para cel­e­brar, en las postrimerías de un año difí­cil. Recordemos al poeta tandilense Ambro­sio Ren­nis: “cuan­do el cam­po está triste, los pueb­los se llenan de yuyos”.

Fuente: Clarín.