La vida no es tan dulce para productores chilenos de remolacha

Ricardo Escalona ha cultivado remolacha azucarera en Chile durante 35 años, comenzando con un terreno del tamaño de una cancha de fútbol. El año pasado, sus remolachas cubrieron el equivalente a 50 canchas de fútbol, pero ahora que están cayendo los precios del azúcar, le dicen que debería cambiarse al cultivo de tomates.

Ricar­do Escalona ha cul­ti­va­do remo­lacha azu­car­era en Chile durante 35 años, comen­zan­do con un ter­reno del tamaño de una can­cha de fút­bol. El año pasa­do, sus remo­lachas cubrieron el equiv­a­lente a 50 can­chas de fút­bol, pero aho­ra que están cayen­do los pre­cios del azú­car, le dicen que debería cam­biarse al cul­ti­vo de tomates.

En junio, Empre­sas Iansa SA, la prin­ci­pal refin­ería de azú­car de Chile y fil­ial de ED&F Man, con sede en Lon­dres, cer­ró la plan­ta de proce­samien­to que presta­ba ser­vi­cio a la región remo­lachera de Linares, argu­men­tan­do may­ores cos­tos y que los pre­cios del azú­car se han reduci­do a la mitad des­de 2016. Aho­ra, muchas de las 4.000 famil­ias cuyos ingre­sos depen­den de la remo­lacha tienen prob­le­mas financieros y cada vez están más inse­guras sobre su futuro.

El gob­ier­no ha acon­se­ja­do a los agricul­tores cam­biar sus cul­tivos a tomates, maíz o árboles fru­tales. “Pero no sé nada sobre tomates”, dijo Escalona en una entre­vista. “Eso, para mí, es algo que debo apren­der des­de cero”.

Linares, ubi­ca­do en la zona cen­tral de Chile, ha sido una local­i­dad azu­car­era des­de que sus res­i­dentes tienen razón. Lit­eral­mente viv­en y res­pi­ran azú­car, con vien­tos de invier­no que a menudo lle­van hacia el norte un dulce olor des­de las gran­jas. Hace dos años, el azú­car se vendía a alrede­dor de 23 cen­tavos la libra, mien­tras que aho­ra se vende a alrede­dor de 11 cen­tavos, socava­da por un exce­so de ofer­ta glob­al por las cre­cientes cose­chas y la guer­ra con­tra la obesi­dad. Algunos país­es han respon­di­do pro­por­cio­nan­do apoyo a los pre­cios, pero no en Chile, donde los agricul­tores pueden jac­tarse de los rendimien­tos de remo­lacha azu­car­era más altos del mun­do.

“El gob­ier­no está pro­movien­do la con­ver­sión a otros cul­tivos, pero este año está per­di­do”, dijo Manuel Alar­cón, edi­tor del ser­vi­cio de noti­cias Linaresenlinea.cl.

El azú­car sin refi­nar puede extraerse de la caña de azú­car o de la remo­lacha azu­car­era, cuyas raíces tienen una alta con­cen­tración de lo que quími­ca­mente se denom­i­na sac­arosa. La difer­en­cia: mien­tras que la caña –que pro­duce el 80 por cien­to del azú­car mundi­al– requiere del calor trop­i­cal para cre­cer, la remo­lacha puede hac­er­lo en zonas más tem­pladas.

La región de Linares, con su cli­ma mediter­rá­neo tem­pla­do y bue­na irri­gación nat­ur­al, ofrece condi­ciones ide­ales para la remo­lacha. La cosecha 2015/2016 gen­eró 113 toneladas métri­c­as por hec­tárea, o alrede­dor de 19 toneladas más que la segun­da local­i­dad de may­or pro­duc­ción, ubi­ca­da en España, según datos de la Orga­ni­zación Inter­na­cional del Azú­car. El prome­dio mundi­al de rendimien­to es de 53 toneladas.

El prob­le­ma no es la pro­duc­ción, es la com­pe­ten­cia. Los pre­cios del azú­car alcan­zaron recien­te­mente un mín­i­mo de 10 años en medio del exce­so mundi­al de exis­ten­cias y la pre­ocu­pación de que India, el segun­do may­or pro­duc­tor mundi­al después de Brasil, pue­da impul­sar las exporta­ciones a medi­da que se acer­ca su cosecha y los inven­tar­ios se acu­mu­lan.

Para com­pen­sar esto, Chile podría, en vir­tud de la ley exis­tente, aplicar las denom­i­nadas ban­das de pre­cios, que pueden resul­tar en arance­les espe­ciales de importación cuan­do los pre­cios de los pro­duc­tos bási­cos, como el azú­car, caen por deba­jo de cier­to niv­el. Pero en la prác­ti­ca, los acuer­dos de libre com­er­cio de Chile con Brasil, Guatemala, Argenti­na y Colom­bia impli­can que el azú­car refi­na­da de esos país­es se puede impor­tar sin un aran­cel, lo que ejerce pre­sión sobre las ganan­cias locales.

Al mis­mo tiem­po, el may­or refi­nador del país, Empre­sas Iansa, ha alu­di­do al nue­vo impuesto de Chile a las emi­siones como otro argu­men­to en con­tra de man­ten­er su plan­ta abier­ta. La com­pañía apo­yará a los agricul­tores que planean con­tin­uar plan­tan­do remo­lachas, con el obje­ti­vo de aumen­tar los rendimien­tos aún más como una for­ma de com­pen­sar los pre­cios más bajos, dijo por correo elec­tróni­co el máx­i­mo ejec­u­ti­vo interi­no de Iansa, Raimun­do Díaz.

Algunos agricul­tores, asis­ti­dos por Iansa, ya están alcan­zan­do rendimien­tos de casi 200 toneladas por hec­tárea, escribió Díaz. Y más allá del uso de la remo­lacha para el azú­car, Chile tiene la opción de expor­tar sub­pro­duc­tos de la remo­lacha, como la melaza o las cás­caras secas de remo­lacha azu­car­era que pueden proce­sarse como ali­men­to para ani­males.

“Con estos rendimien­tos, parece absur­do ten­er que cer­rar la plan­ta”, dijo Jorge Guzmán, pres­i­dente de la Fed­eración Gremi­al de Pro­duc­tores de Remo­lacha del país. “Pero Chile es una economía total­mente abier­ta sin sub­sidios y sin el apoyo del gob­ier­no”.

El hecho de que Chile se haya suma­do a la guer­ra mundi­al con­tra la obesi­dad tam­bién está per­ju­di­can­do a los agricul­tores de remo­lacha. En 2016, el gob­ier­no imple­men­tó un sis­tema de eti­que­tas oblig­a­to­rias que advierten de los altos nive­les de azú­car, grasas, sal o calorías. Los pro­duc­tores dicen que los límites son demasi­a­do estric­tos, ale­jan­do a las per­sonas de un pro­duc­to que se cul­ti­va en el país para acer­car­las a edul­co­rantes impor­ta­dos des­de otros lugares.

El resul­ta­do de todo esto ha sido un retro­ce­so en la indus­tria. La can­ti­dad de tier­ra ded­i­ca­da al cul­ti­vo de remo­lacha azu­car­era ha dis­minui­do a unas 14.000 hec­táreas frente a las más de 50.000 de hace algunos años, sos­tu­vo Guzmán.

Algunos en el sec­tor agroin­dus­tri­al del país tienen poca fe en la super­viven­cia de la indus­tria de la remo­lacha azu­car­era. Ricar­do Ariztía, tim­o­nel de la Sociedad Nacional de Agri­cul­tura, comen­tó a la radio local Pau­ta que “no debe­mos pen­sar en seguir pro­ducien­do remo­lachas azu­car­eras” y que el gob­ier­no debe ayu­dar a los agricul­tores a cam­biarse a otros cul­tivos.

Guzmán no com­parte esa pos­tu­ra. Ha plan­ta­do menos hec­táreas en sus ter­renos, cer­ca de 250 frente a las 380 de la tem­po­ra­da ante­ri­or, pero ase­gu­ra que los pre­cios están cer­ca de tocar fon­do.

“Inclu­so con estos pre­cios bajos los mejores agricul­tores obtienen ganan­cias sig­ni­fica­ti­vas, así que estoy más o menos opti­mista respec­to al futuro”, explicó. “Si podemos aguan­tar uno o dos años con estos pre­cios luego la situación se volverá sostenible”.

Fuente: Per­fil.