“La zafra debe ser prioridad para todos”, manifiesta Ricardo Cabrisas, vicepresidente del Consejo de Ministros en un reporte de la televisión nacional y me lanza a reflexionar sobre la pertinencia y la necesidad de invertir los términos en ese cubanísimo refrán que dice: “quien tiene amigos tiene un central”.
Grande es la deuda de todos los organismos, creo que, sin excepciones, con el otrora Ministerio del Azúcar (Minaz), hoy devenido Grupo Empresarial Azcuba. Podría parecer lejano, pero no lo es, aquel tiempo donde los azucareros eran los artificies de los caminos, ayudaban a construir escuelas, trasportaban la canasta básica, llevaban agua a los poblados, botaban la basura y hasta trasladaban a los enfermos hacia los hospitales o centros de salud. Hay sitios donde aún lo hacen.
Por ello, porque esta es una deuda inmensa de gratitud, cuando Azcuba necesite ya sea para la siembra de caña o para las reparaciones de los centrales: angulares, platinas, piezas, aceite, combustible, o cualquier material, equipo o insumo importante o por mínimo que parezca, este asunto debe convertirse en prioridad para organismos y empresas en nuestro territorio.
Empedrada ha estado la senda de las dos últimas zafras entre el clima, la falta de organización, los viejos ingenios y las roturas. Es una buena idea arrancar este año en noviembre para recuperar lo que quedó en el campo de la contienda pasada pero pienso, específicamente, en esos 635 kilómetros (km) de caminos que son patrimonio de Azcuba, trabajados con mucho esfuerzo y que necesitan de la ayuda y el concurso de muchos.
Solo 101.3 km están en buen estado, 252.9 en regular y 274.3 resultan pésimos, para su mantenimiento, reparación y reconstrucción, la Empresa cuenta con tres brigadas, además de una de Tranzmec con responsabilidad en las inversiones de las rutas del“López Peña” y el “Loynaz Echavarría”,pero no poseen las condiciones necesarias, faltan equipos para movimiento de tierra en cantera, cargadores, camiones y compactadores, entre otros recursos.
Para la zafra 2018–2019 los retos son fuertes pues se planifica moler 2 millones 209 956 toneladas de caña, con inicio el próximo 13 de noviembrey hasta el 26 de abril, 151 días activos y un aprovechamiento de la norma del 67,3 por ciento, y se prevé una producción de azúcar física de 184 mil 578 toneladas.
Sin embargo, en el mundo azucarero el clima es un arma de doble filo, por estos días las lluvias favorecen la siembra, dentro de la llamada etapa de frio, en la cual se trabaja para lograr 9 mil 162 ha, con un incremento de más de mil 300 há, que aportan el plan más alto en los últimos 10 años. Increíble, pero cierto es que el 66 por ciento de estas áreas han permanecido vacías durante un quinquenio.
Si las lluvias perseveran durante octubre e inicios de noviembre, meses con mayores promedios de precipitaciones, podría comprometerse el arranque de la zafra y su progreso ulterior, por ello resulta vital desarrollar en tiempo las reparaciones de los centrales, hacer las previsiones correctas y tener todo listo para que no haya atrasos relacionados con el proceder humano.

Significativo deberá ser, además, el trabajo de aquellos sectores relacionados con la atención a hombres y mujeres del azúcar, para hacerles la vida más cómoda en los tiempos de zafra, que demandan un esfuerzo extra, incluso de las familias donde uno o varios de sus miembros laboran en la contienda azucarera.
En muchas ocasiones lo hemos referido en estas mismas páginas, la zafra nunca duerme, durante todo el año se prepara, desde el día en que el silbato del central anuncia la culminación hasta que vuelve a sonar para el inicio de las nuevas jornadas.
Tampoco duermen los pueblos que crecieron al amparo de esta industria, aunque parezca que sí y algunos hayan tenido, por razones lógicas o no, que transformar su vida cotidiana y encontrar fuentes alternativas para una economía más sustentable y diversa que la que emana de la agricultura cañera.
No obstante, están ahí, esos poblados con sus casitas de arcos decorativos, buhardillas, claraboyas, con cubiertas hechas a dos o cuatro aguas, horcones y paredes interiores concebidas con el sistema machihembrado, como describe la investigadora y Doctora en Ciencias del Arte, Diana María Cruz Hernández, en su libro Pueblos de madera y azúcar.
Coincido con la autora cuando plantea que hay que concebir el batey desde otras perspectivas, que tengan como centro a quienes lo habitan, seres humanos relacionados con la caña desde que es sembrada hasta la cosecha. Los patrones constructivos de estos poblados merecen la atención diferenciada de varios organismos, dada la riqueza tipológica que aportan.
No es una cuestión solo de nostalgia, de quien tiene anclada parte de su esencia familiar a un poblado cañero, es una razón de historia, porque se puede conocer la fatalidad del monocultivo y la importancia de la diversificación, pero sería un pecado olvidar que los “músculos” de esta tierra están hechos con el azúcar de sus venas y sobre esos “hombros” se sostuvo, durante siglos, esta nación.
Por todas esas razones, cuando se aproxima la nueva batalla azucarera, la de este año difícil, es importante que cada empresario, cada director de organismo interiorice lo que significa tener la zafra como una prioridad. Es hora de transformar el viejo adagio cubano, demostrar que, ciertamente, tienen muchos amigos aquellos que tienen, o tuvieron, un central.
Fuente: Ahora!.
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