JUJUY — La bioeconomía es una masa: azúcar, papel, etanol, gas, frutas y aceites…

La evolución de Ledesma, en Jujuy, es una historia de adaptación a la geografía y a las demandas de energía y del consumo masivo. En constante innovación y cada vez más sustentable con el ambiente.

Primero fue el azú­car, después el papel, más tarde surgió la posi­bil­i­dad de gener­ar un com­bustible alter­na­ti­vo a la naf­ta petrol­era, el bioetanol, algo que recién en la últi­ma déca­da se está pudi­en­do aprovechar bien.

Mien­tras tan­to, más cer­ca en el tiem­po, casi de casu­al­i­dad, hacién­dose car­go de lo que había, empezaron a cul­ti­var fru­tas, primero para con­sumo en fres­co y aho­ra tam­bién como insumo de aceites esen­ciales, que tienen un futuro enorme a niv­el glob­al tan­to para saborizar como para elab­o­rar fra­gan­cias.

En medio del pro­ce­so, cada vez se hizo más nece­sario pro­ducir con may­or sus­ten­tat­i­bil­i­dad, lo que impli­ca no sólo respetar el ambi­ente, con su flo­ra y su fau­na rica y diver­sa, sino tam­bién reci­clar lo que durante mucho tiem­po se con­sid­eró resid­uo… y hoy es eje de la ecuación económi­ca de la empre­sa.

La producción de megafardos termina en la energía que hace viable la producción de papel (Foto: Renzo Caorlin)

La pro­duc­ción de mega­far­dos ter­mi­na en la energía que hace viable la pro­duc­ción de papel (Foto: Ren­zo Caor­lin)

En ese sen­ti­do, no sólo hay que con­sid­er­ar al bioetanol, sino la bio­masa que proviene de la mal­ho­ja de la caña de azú­car. Este es uno de los últi­mos grandes logros, y muy sim­bóli­co, porque en tiem­pos de escasez de energía, y pre­cios altos, el gas que se obtiene a par­tir de los mega­far­dos arma­dos en el cam­po y luego proce­sa­dos, per­mi­tió que la fab­ri­cación de papel sigu­iera sien­do viable.

De ahí el títu­lo de esta nota. Por eso dec­i­mos que la bioe­conomía es una masa, en un juego de pal­abras que con léx­i­co juve­nil expli­ca la poten­cia de la agroin­dus­tria, tan­to en tér­mi­nos de pro­duc­tivi­dad, como de desar­rol­lo con impacto social y sus­tentabl­i­dad medioam­bi­en­tal.

El caso que ejem­pli­fi­ca, como pocos en la Argenti­na, este par­a­dig­ma cada vez más aus­pi­cioso, es el de la empre­sa Ledes­ma, una agroin­dus­tria que nació hace 110 años para aprovechar el cli­ma sub­trop­i­cal del noroeste argenti­no, y des­de entonces ha sido un ref­er­ente indis­cu­ti­do de empleo, arrai­go y desar­rol­lo económi­co.

Aunque la digitalización disminuye el consumo de papel, la exportación ofrece oportunidades. (Foto: Renzo Caorlin)

Aunque la dig­i­tal­ización dis­min­uye el con­sumo de papel, la exportación ofrece opor­tu­nidades. (Foto: Ren­zo Caor­lin)

Alguno podrá decir que en una gran empre­sa todo es más fácil, pero al vis­i­tar las insta­la­ciones, aquí, en el sud­este jujeño, sor­prende el esfuer­zo de mucha gente opor­tu­na­mente coor­di­na­da, la orga­ni­zación “de Primer Mun­do” y la artic­u­lación de roles, con turnos de tra­ba­jo que se rela­cio­nan y se suce­den sin parar. Y la mul­ti­pli­ci­dad de activi­dades, todas intere­santes y cada vez más sus­tenta­bles ‑en todo sen­ti­do- que se desprende de la caña.

Puede resul­tar cono­ci­do com­prar un paque­te de azú­car en el super­me­r­ca­do, pero quizás no nos demos cuen­ta del todo cuan­do abri­mos una res­ma de papel en la ofic­i­na, en la escuela o en el hog­ar. Y mucho menos sabido es que aquí se pro­ducen cítri­cos(naranjas,limones y pome­los) que lle­gan a las mesas argenti­nas y se expor­tan.

Algunos números

-Super­fi­cie e infraestruc­tura: En más de 40.000 hec­táreas de cam­pos de caña de azú­car se pro­duce la prin­ci­pal mate­ria prima​ de Ledes­ma. Más de 3.000 hec­táreas de planta­ciones de cítri­cos. 100.000 hec­táreas de bosques pro­te­gi­dos en reser­va. 1.500 km de canales de riego y 500 km de caminos inter­nos.

Azú­car: Ledes­ma es la prin­ci­pal pro­duc­to­ra de azú­car de la Argenti­na, con un 17% del total nacional. El 35% se des­ti­na a con­sumo masi­vo, un 40% a indus­trias y un 25% a exportación.

Papel: Líder en el mer­ca­do nacional (40%), surgió como segun­da activi­dad de Ledes­ma, hace más de 50 años. Actual­mente elab­o­ra alrede­dor de 130 mil toneladas anuales de papel

Bioetanol: la capaci­dad pro­duc­ti­va de Ledes­ma es de 100.000 m³. Con una tonela­da de caña cosecha­da se obtienen 70 litros de alco­hol hidrata­do.

Fru­tales: las más de 100 mil toneladas que se cosechan (68% de naran­ja, 17% de limón y 15% de pome­lo) se aprovechan des­de la cás­cara (donde se con­cen­tran los aceites) has­ta los jugos. Tienen 10 mar­cas de pro­duc­tos fres­cos de difer­entes tar­gets de cal­i­dad. Se embala un ter­cio del total, de lo cual un 75% se expor­ta.

​Desar­rol­lo social: el 81% de los emplea­d­os se con­cen­tra en la provin­cia de Jujuy y se han impul­sa­do planes de vivien­da con finan­ciación acce­si­ble para el arrai­go de la población.

Evolu­ción y cam­bio

Uno de los aspec­tos más intere­santes es que nada de lo que hoy se ha desar­rol­la­do esta­ba dado de ante­mano. A par­tir de la nat­u­raleza, se ve la mano y la mente humana para opti­mizar el tra­ba­jo y aprovechar­lo. Cuan­do nació Ledes­ma abrió una fuente de empleo que ter­minó dan­do vida a este pueblo, y fomen­tó el arrai­go en una zona donde no sobran las opor­tu­nidades lab­o­rales. Más allá de los empleos direc­tos, fue una fac­tor dinamizador de otras ramas de la economía.

De los productos frescos, a los jugos. Y ahora pisan fuerte los aceites esenciales (Foto. Renzo Caorlin)

De los pro­duc­tos fres­cos, a los jugos. Y aho­ra pisan fuerte los aceites esen­ciales (Foto. Ren­zo Caor­lin)

Y más desta­ca­do aún es el hecho de que se ha inno­va­do y se sigue inno­van­do, no por amor al arte, sino por necesi­dad y afán de crec­imien­to.

“El bioetanol, por ejem­p­lo, hoy es clave para la indus­tria azu­car­era. Empezó sien­do un sub­pro­duc­to, como des­ti­no de los exce­dentes de la pro­duc­ción de azú­car, inclu­so como alco­hol para vender en el mer­ca­do inter­no, pero hoy se con­vir­tió en la vía fun­da­men­tal del nego­cio, el que reg­u­la la ofer­ta”, ase­gu­ra Eduar­do Nougués, direc­tor de Asun­tos Legales e Insti­tu­cionales de Ledes­ma.

El ejec­u­ti­vo asume que “el azú­car era un sec­tor muy maduro. Pero somos con­scientes de que el azú­car es injus­ta­mente ata­ca­do, aso­ci­a­do a la obesi­dad y otros prob­le­mas ali­men­ti­cios, aunque en real­i­dad es sólo un fac­tor rel­a­ti­vo entre muchos. Algo sim­i­lar en cuan­to a declive de cier­tas deman­das sucede con el con­sumo del papel, debido a la cre­ciente dig­i­tal­ización, por eso apun­ta­mos a rubros pro­duc­tivos más sus­tenta­bles, como una posi­bil­i­dad de seguir cre­cien­do y rein­vir­tien­do”.

Los históricos ingenios ahora están muy informatizados (Foto Renzo Caorlin).

Los históri­cos inge­nios aho­ra están muy informa­ti­za­dos (Foto Ren­zo Caor­lin).

El bioetanol es el futuro de los des­ti­nos de la pro­duc­ción sucroal­co­holera, en el mar­co de las bue­nas per­spec­ti­vas que tienen las energías ren­ov­ables en todo el mun­do.

En las cuen­tas de Ledes­ma todavía es un nego­cio que va detrás del azú­car, e inclu­so del papel, pero según desta­ca Nougués “la pro­duc­ción azu­car­era hoy es imposi­ble de con­sid­er­ar sin el bioetanol, son como her­manos siame­ses. Porque están muy vin­cu­la­dos y cuan­do sufre uno, el otro tam­bién que­da afec­ta­do. Tan­to el bioetanol como la energía que proviene de la bio­masa nos despier­ta muchas expec­ta­ti­vas y hay muchas inver­siones en mar­cha”.

En ese sen­ti­do, vale destacar que para no depen­der del gas que cada vez se encar­ecía más, en los últi­mos años se asum­ió el desafío de trans­for­mar mal­ho­ja has­ta entonces desecha­da. Eso no sólo es energía más limpia, sino tam­bién reg­u­lar­mente más bara­ta: aho­ra un 7% menos. Además, es un aporte vir­tu­oso para la zona, porque deman­da mano de obra.

El tra­ba­jo con bio­masa es impul­sa­do, entre otras, por la unidad de Inno­vación, Energía y Medio Ambi­ente, una de las diver­sas áreas de esta orga­ni­zación, que dirige Hum­ber­to Solá. “Los restos veg­e­tales que quedan en el cam­po tras la cosecha nos per­mi­tió reem­plazar con energía ren­ov­able más de un 18% del gas uti­liza­do, tras una inver­sión de más de 15 mil­lones de dólares”, describe Solá.

La unidad de fru­tales es otro ejem­p­lo de desar­rol­lo. En Ledes­ma arrancó con la ven­ta de pro­duc­tos en fres­co en los ‘70, cuan­do se com­praron unas fin­cas que tenían este tipo de planta­ciones. En los ‘80 cre­ció con la insta­lación de una plan­ta de jugos, y la cre­ciente indus­tri­al­ización tuvo su pun­to cul­mi­nante, por aho­ra, con la inau­gu­ración, en abril pasa­do, de la plan­ta de aceites esen­ciales.

En este rubro, el hor­i­zonte de posi­bil­i­dades sigue abier­to. Aunque hoy el may­or vol­u­men lo apor­tan las naran­jas ‑Ledes­ma es el prin­ci­pal pro­duc­tor del país; el ter­cero en cítri­cos- ya están plane­an­do “una recon­ver­sión para el crec­imien­to, que para 2035 ele­vará el pro­tag­o­nis­mo del limón al 40%”, antic­i­pa Hernán González Navar­ro, ger­ente de Pro­duc­ción en la Direc­ción de Nego­cios, Fru­tas y Jugos, que tam­bién ade­lan­ta los proyec­tos sobre cás­cara deshidrata­da, un secadero de cás­cara y la pro­duc­ción de jugos clar­i­fi­ca­dos, para ter­mi­nar de armar una red de clientes que van des­de las ver­d­ulerías a la indus­tria ali­men­ti­cia y de cos­méti­ca y fra­gan­cias. 

Clara­mente, van por más. La vocación de futuro se refle­ja en el proyec­to Géne­sis XXI. Después de un estu­dio de var­ios meses, Ledes­ma elaboró este plan de largo pla­zo que enu­mera 67 ini­cia­ti­vas hacia un crec­imien­to sus­tentable e iden­ti­fi­ca las inver­siones nece­sarias para lograr­lo.

Fuente: Clarín.