El San Isidro volvió a la molienda, pese a la resistencia de Cuenca y el sindicato

El ingenio prepara su primer embarque de azúcar. Anónimos incendiaron 500 hectáreas de caña.

El inge­nio San Isidro comen­zó la molien­da el martes pasa­do, luego de nueve meses de cri­sis y nuevos propi­etar­ios, que ya hicieron una inver­sión varias veces mil­lonar­ia en dólares.

En cua­tro días la molien­da trepó de las 800 toneladas de caña ini­ciales a las 3.500 de ayer. La sem­ana que viene tienen pre­vis­to realizar el primer embar­que de azú­car orgáni­ca con des­ti­no al exte­ri­or, con adu­a­na en el mis­mo inge­nio.

Los socios en Zadar SA, el Grupo Ruiz y Los Bal­canes SA tienen pre­vis­to sosten­er la activi­dad sin con­ce­siones al Sindi­ca­to de Obreros y Emplea­d­os del Azú­car San Isidro, que encabezan Mar­i­ano Cuen­ca y Enrique León, que esta sem­ana rompieron el diál­o­go con los nuevos propi­etar­ios.

Antes de que la molien­da se pusiera en mar­cha, los dos sindi­cal­is­tas antic­i­paron un paro para el martes.

Las peo­res señales

Ese paro, de acuer­do a los expre­sa­do por los nuevos empleadores de Zadar, solo sería mate­ri­al­iz­able por medio de man­io­bras com­pul­si­vas. En la noche del viernes se conc­re­taron los peo­res rece­los de los admin­istradores, Jorge Roc­chia Fer­ro y Diego Ruiz, surgi­dos asimis­mo de la denun­cia de los ante­ri­ores dueños, el Grupo Glo­ria, en su pro­to­co­lo de cri­sis que derivó en el cierre del inge­nio. Los empre­sar­ios peru­anos denun­cia­ron una man­io­bra extor­si­va del sindi­ca­to, y se refirieron al uso de vehícu­los ajenos a la empre­sa y al gremio para blo­quear las entradas.

Luego de la declaración del paro, pro­lif­er­aron las ame­nazas anón­i­mas (y no tan­to) por vía elec­tróni­ca y per­son­al con­tra los empre­sar­ios y los emplea­d­os.

La empre­sa había lle­ga­do a un prin­ci­pio de acuer­do con el sindi­ca­to para per­mi­tir a esta enti­dad la des­i­gnación de 140 regadores de acuer­do a una lista prop­ues­ta por el sindi­ca­to. El jueves Cuen­ca rec­hazó la prop­ues­ta y exigió que le cedier­an el nom­bramien­to de 30 estibadores. “Los estibadores pueden parar el inge­nio; los regadores, no. Ahí que­da a la vista la ver­dadera inten­ción del sindi­ca­to”. Esa inter­pretación fue coin­ci­dente entre los empre­sar­ios y los fun­cionar­ios que siguen de cer­ca el tema.

Rup­tura e incen­dio

Por cier­to, esa razón es la que llevó a Zadar a no retomar nego­ciación algu­na con Cuen­ca. Horas después de este desen­lace se incen­di­aron 500 hec­táreas de caña, todas de máx­i­ma cal­i­dad, den­tro de la propiedad de San Isidro y con “indi­cios vehe­mentes”, según los abo­ga­dos a car­go de la denun­cia penal, de que se trató de un acto “vandáli­co y coerci­ti­vo”.

La denun­cia, por supuesto, no iden­ti­fi­ca a los respon­s­ables. Pero rev­ela el cli­ma de enorme ten­sión que se vive por estas horas.

“Nosotros rat­i­fi­camos nue­stro proyec­to. Com­pramos este inge­nio, de 11 mil hec­táreas, para pro­ducir azú­car orgáni­ca de exportación, alco­hol hidrata­do y bioetanol en base a caña y maíz. Además, pen­samos ampli­ar la super­fi­cie de caña, des­ti­nar 500 hec­táreas a pro­ducir limón e insta­lar un feed­lot. Es un com­ple­jo pro­duc­ti­vo que va a gener­ar empleo y movimien­to económi­co en el depar­ta­men­to. Si el sindi­ca­to está dis­puesto a impedir el fun­cionamien­to nor­mal del inge­nio, nosotros apelare­mos a los instru­men­tos legales cor­re­spon­di­entes, o reori­entare­mos nue­stros obje­tivos”, dijo ayer Diego Ruiz, quien pasó todo el día en Cam­po San­to. “De lo que pueden estar seguros los tra­ba­jadores es de que el inge­nio no va a fun­cionar de acuer­do a las pre­siones sindi­cales”.

El antecedente

En enero pasa­do el Grupo Glo­ria cer­ró el Inge­nio San Isidro luego de recur­rir al Min­is­te­rio de Tra­ba­jo de la Nación con un pro­to­co­lo de cri­sis que cen­tra­ba el prob­le­ma en la pre­sión sindi­cal, que a fuerza de paros sor­pre­sivos y destruc­tivos, mate­ri­al­iza­dos, dijeron, “por acciones de vio­len­cia que impedían tra­ba­jar a los emplea­d­os que no querían hac­er paro”. De hecho, la denun­cia de Glo­ria rat­i­fi­ca­da por organ­is­mos nacionales consigna­ba que el cos­to lab­o­ral llegó al 70% de los cos­tos totales.

En su momen­to Cuen­ca con­sid­eró que la cri­sis se debía a fal­las pro­duc­ti­vas del grupo peru­ano.

Lo cier­to es que, antes de reti­rarse Glo­ria envió toda la maquinar­ia críti­ca a Tucumán, por temor a des­man­es. Tam­bién por la ame­naza de Cuen­ca, quien pre­tendía dejar la empre­sa en manos de los tra­ba­jadores.

Entre los fun­cionar­ios provin­ciales la posi­bil­i­dad de desem­bol­sar los mon­tos que requeriría una expropiación está descar­ta­da. Sería imposi­ble com­pat­i­bi­lizar ese gas­to en momen­tos en los que prevalece un com­pro­miso de aus­teri­dad. Además, indi­can, las exi­gen­cias pro­duc­ti­vas y com­er­ciales de la indus­tria azu­car­era “requieren una expe­ri­en­cia y una tec­nología de pun­ta que una coop­er­a­ti­va de obreros no podría sosten­er”.

No vamos a perder

Ayer Ruiz anticipó a El Tri­buno que “ningún empre­sario invierte para perder cap­i­tal”. De hecho, anticipó que en los próx­i­mos días arrib­arán a Cam­po San­to diez camiones con equipos de últi­ma gen­eración para molien­da y des­ti­lación.

“Nosotros somos empre­sar­ios, com­pro­meti­dos con nue­stro nego­cio y con la comu­nidad en la que fun­ciona el inge­nio”, añadió, exhi­bi­en­do la lista de los 187 emplea­d­os con­trata­dos por Zafar, todos con domi­cilio en la zona.

258 años de his­to­ria

Cuen­ta el sitio Por­tal de Salta que el Inge­nio San Isidro fue fun­da­do por el coro­nel de Mili­cias Reales don Juan Adrián Fer­nán­dez Corne­jo en el año 1760, quien intro­du­jo la caña de azú­car des­de el Perú, de donde era nat­ur­al (Locum­ba) e instaló su trapiche en la prim­i­ti­va “Hacien­da de la Viña de Sian­cas” cuyos cul­tivos pro­gre­saron pau­lati­na­mente dan­do ori­gen al primer inge­nio azu­carero del país. En estos primeros tiem­pos la elab­o­ración del azú­car era rús­ti­ca, se la obtenía de la cristal­ización de los cal­dos hervi­dos del jugo de la caña de azú­car, cuyo trapiche era movi­do por fuerza ani­mal.

A la muerte de don Juan Adrián F. Corne­jo el 10 de diciem­bre de 1797, el regi­dor defen­sor de menores don Nicolás León de Oje­da pidió se prac­tique un inven­tario de sus bienes fun­da­men­tan­do “para que no sean per­ju­di­ca­dos sus herederos en los fru­tos de la hacien­da de esta tes­ta­men­taría, y que sigan los labore­os de azu­cares, mieles y otras”.

Dicho inven­tario fue prac­ti­ca­do en Cam­po San­to el 19 de diciem­bre de 1997, donde con­s­ta: pilones de azú­car, hor­mas, alam­biques, un trapiche, sur­cos de cañas, chan­ca­cas, miel, y demás piezas con­cernientes a la elab­o­ración de azú­car. A través de este valioso doc­u­men­to que se con­ser­va en el Archi­vo Históri­co de la Provin­cia de Salta, que­da evi­den­ci­a­do que don Juan Adrián F. Corne­jo fue el ini­ci­ador de la indus­tria azu­car­era del país, cuya activi­dad comen­zó en Cam­po San­to y con­tinúa has­ta la actu­al­i­dad.

En 1798 el coro­nel José Antoni­no Fer­nán­dez Corne­jo, hijo de don Juan Adrián F. Corne­jo, here­da la hacien­da de San Isidro, el cual con­tinúa con la tarea ini­ci­a­da por su padre.

En febrero de 1813, cuan­do el Ejerci­to del gen­er­al Bel­gra­no proce­dente de Tucumán se dirigía a Salta, donde se daría batal­la con el ejerci­to real­ista el 20 de febrero de aquel año, el coro­nel José A. F. Corne­jo puso a dis­posi­ción los cañav­erales para ali­men­tar a la cabal­la­da del Ejerci­to, por dicha razón ese año no se real­izó cosecha.

En 1820 José A. F. Corne­jo pro­por­ciona una par­ti­da de cañas de azú­car criol­la al pres­bítero doc­tor José Colom­bres, el cual instaló su trapiche en Tucumán. Este reli­gioso man­tenía amis­tad con la famil­ia Corne­jo. En 1841 nue­va­mente parte de los cañav­erales son des­ti­na­dos para ali­men­tar la cabal­la­da del escuadrón que acom­paña­ba al gen­er­al Lavalle, el cual escapa­ba de las tropas fieles a Juan Manuel de Rosas.

Don José A. F. Corne­jo fal­l­e­ció en 1851, a los 83 años de edad, heredan­do el inge­nio San Isidro su hijo Juan Nepo­mu­ceno Corne­jo, a quién se le debe la gran obra de mod­ern­ización del antiguo inge­nio: hizo traer des­de Inglater­ra máquinas a vapor para blan­quear el azú­car, a pesar de que no existían las vías fér­reas has­ta Cam­po San­to, tra­jo los car­ros apropi­a­dos para trans­portar las mis­mas des­de la pun­ta de riel que esta­ba en Fraile Muer­to, provin­cia de Cór­do­ba has­ta el Inge­nio San Isidro.

Fuente: El Tri­buno.