El agro brasileño profundiza su alianza estratégica con el gigante asiático

En el mediano plazo, los brasileros podrían convertirse en los principales proveedores de aceites, algodón y azúcar a la República Popular.

La Repúbli­ca Pop­u­lar Chi­na es el prin­ci­pal com­prador de pro­duc­tos agroal­i­men­ta­r­ios brasileños, con importa­ciones por 23.000 mil­lones de dólares en 2017, que rep­re­sen­tan el 30% del total de sus ven­tas agrí­co­las.

Brasil ha sido el may­or socio com­er­cial de Chi­na en Améri­ca Lati­na en los últi­mos 9 años, con un inter­cam­bio bilat­er­al que alcanzó a 87.500 mil­lones de dólares en 2017, una cifra que impli­ca un crec­imien­to de 30% anu­al respec­to al año ante­ri­or.

La soja brasileña es la clave del com­er­cio bilat­er­al; y el gigante asiáti­co importó más de 50 mil­lones de toneladas de soja brasileña el año pasa­do, que impli­ca 80% de las exporta­ciones sojeras de Brasil.

El con­flic­to com­er­cial con Esta­dos Unidos lle­va a Chi­na a diver­si­ficar sus importa­ciones agroal­i­men­ta­rias, y Brasil, “el granero del mun­do en el siglo XXI”, es un can­dida­to esen­cial para reem­plazar en todo o en parte las exporta­ciones norteam­er­i­canas.

El min­istro de Agri­cul­tura brasileño, Blairo Mag­gi, que es el prin­ci­pal pro­duc­tor de soja en Brasil, con insta­la­ciones de más de 300.000 hec­táreas, ha prop­uesto la sem­ana pasa­da duplicar la pro­duc­ción brasileña de soja (114 mil­lones de toneladas en 2017) en los próx­i­mos 5 años, lo que cubriría el espa­cio que dejan las exporta­ciones esta­dounidens­es al mer­ca­do chi­no.

Hay una ten­den­cia que es cen­tral: Brasil puede trans­for­marse en el may­or expor­ta­dor de algo­dón, aceites comestibles, azú­car, y pro­duc­tos lácteos al mer­ca­do chi­no en los próx­i­mos 3 a 5 años.

Esto se pon­drá de relieve en la Feria Inter­na­cional de Importa­ciones que ten­drá lugar en la ciu­dad de Shang­hai en noviem­bre, y de la que par­tic­i­paran 154 país­es de los 192 que hay en el mun­do. Allí Brasil ocu­pará un lugar cen­tral, jun­to con Esta­dos Unidos y Europa.

Brasil tuvo un superávit com­er­cial de 60.000 mil­lones de dólares en 2017, con reser­vas por más de 375.000 mil­lones de dólares en el Ban­co Cen­tral. No hay cri­sis del sec­tor exter­no en Brasil.

Al con­trario, hay un gigan­tesco superávit com­er­cial y superávit de cuen­ta cor­ri­ente que es obra del sec­tor agroal­i­men­ta­rio, uno de los más com­pet­i­tivos del mun­do.

El úni­co prob­le­ma de Brasil, en el eje macro­económi­co, para cre­cer 3% anu­al o más es el enorme déficit fis­cal (menos 6% del PBI), provo­ca­do por el “agu­jero negro” de la economía brasileña que es el sis­tema de seguri­dad social.

Resuel­to este prob­le­ma, que con­siste bási­ca­mente en fijar edades mín­i­mas para jubi­larse, tan­to en hom­bres como en mujeres, lo que todavía asom­brosa­mente no ocurre, y elim­i­na­dos los exor­bi­tantes regímenes de priv­i­le­gio de la alta buro­c­ra­cia del Esta­do, no hay ningún obstácu­lo para que Brasil no crez­ca sostenida­mente en el medi­ano y largo pla­zo.

Los obstácu­los prin­ci­pales para el pleno despliegue del extra­or­di­nario poten­cial del sis­tema agroal­i­men­ta­rio brasileño son dos: por un lado, el cat­a­stró­fi­co esta­do en que se encuen­tra la infraestruc­tura (sobre todo las rutas, porque el trans­porte se con­cen­tra en camiones), con una difer­en­cia de cos­tos con sus com­peti­dores norteam­er­i­canos de entre un 30% y un 40%.

El segun­do gran freno de la agri­cul­tura brasileña es la fal­ta de mano de obra sufi­cien­te­mente cal­i­fi­ca­da; y a pesar de esto lo notable es que la mecan­ización se pro­fun­diza sig­ni­fica­ti­va­mente, con una ven­ta de tec­nología agrí­co­la que aumen­tó 52% en los últi­mos 6 meses.

La con­clusión es que el agro brasileño y la deman­da chi­na son el eje del com­er­cio mundi­al agroal­i­men­ta­rio del siglo XXI.

Fuente: Clarín.