Buscan obtener biocombustibles de segunda generación

Un equipo de investigadores del INTA y de la Unión Europea analizan el potencial técnico y agronómico de las tecnologías que se orientarán a transformar el residuo de la caña de azúcar en bioetanol. La evaluación se realizó en el marco de un taller internacional organizado en Buenos Aires.

Cono­ci­dos como los com­bustibles que se obtienen a par­tir de mate­ria seca veg­e­tal, los bio­com­bustibles de segun­da gen­eración (2G) podrían rep­re­sen­tar una solu­ción alen­ta­do­ra para el futuro energéti­co y ambi­en­tal. Con esta premisa, ref­er­entes del INTA y de la Unión Euro­pea se reunieron en Buenos Aires para analizar cuáles son las nuevas tec­nologías que podrían usarse para aprovechar los deriva­dos de difer­entes tipos de bio­masa.

En el mar­co del con­sor­cio inter­na­cional BABET-REAL5, 11 socios europeos y cua­tro lati­noamer­i­canos se enfo­can en la búsque­da de solu­ciones alter­na­ti­vas para la pro­duc­ción de bio­com­bustibles de segun­da gen­eración, a par­tir de mate­ria seca veg­e­tal –bio­masa lig­no­celulósi­ca– de resid­u­os agroin­dus­tri­ales, de bajo cos­to y que no com­pi­tan con el uso del sue­lo y del agua.

“En el mun­do, hay una mar­ca­da ten­den­cia hacia el uso de energías ren­ov­ables, y eso nos ubi­ca en una posi­ción priv­i­le­gia­da como gen­er­adores de bio­com­bustibles y de energía a par­tir de la bio­masa en gen­er­al”, destacó Jorge Hilbert, ref­er­ente en bio­com­bustibles del INTA.

“Los bio­com­bustibles de segun­da gen­eración se elab­o­ran a par­tir de pro­ce­sos tec­nológi­cos y de mate­rias pri­mas que no se des­ti­nan a la ali­mentación”, afir­mó Hilbert y agregó: “Bus­camos una tec­nología para trans­for­mar celu­losa en etanol de la man­era más efi­caz posi­ble”.

Si bien la pro­duc­ción de bioetanol a par­tir de bio­masa lig­no­celulósi­ca a escala com­er­cial todavía no es económi­ca­mente com­pet­i­ti­va, el equipo de espe­cial­is­tas que inte­gran el con­sor­cio BABET-REAL5 avan­zan en diver­sos cam­pos de inves­ti­gación que abar­can el mejo­ramien­to de enz­i­mas, los pro­ce­sos ter­mo­quími­cos y el proce­samien­to de eflu­entes. “En el caso de la Argenti­na, se selec­cionó el resid­uo de la caña de azú­car como mate­ria pri­ma com­pet­i­ti­va”, expresó Hilbert.

De acuer­do con el espe­cial­ista del INTA, “uno de los prin­ci­pales pun­tos en con­tra que posee esta for­ma de obten­ción de bio­com­bustibles es la necesi­dad de un pre­tratamien­to de la mate­ria pri­ma, suma­do a la com­posi­ción de la bio­masa y a la capaci­dad de los microor­gan­is­mos nat­u­rales para fer­men­tar los azú­cares”.

En este sen­ti­do, inves­ti­gadores del Insti­tu­to de Biotec­nología del INTA estu­di­an cómo mejo­rar el pro­ced­imien­to biológi­co de las enz­i­mas para la degradación de la lign­i­na y obten­er una may­or efi­cien­cia en el rendimien­to del bioetanol.

El proyec­to evalúa tam­bién, en for­ma con­stante, los impactos ambi­en­tales de cada eta­pa sin des­cuidar los aspec­tos económi­cos y de via­bil­i­dad.

“Nue­stro tra­ba­jo está ori­en­ta­do al análi­sis de tec­nología com­pet­i­ti­va a escala indus­tri­al pequeña y, por lo tan­to, aplic­a­ble a una may­or can­ti­dad de mate­rias pri­mas y en difer­entes zonas rurales de la Argenti­na, Europa y en el resto del mun­do”, expresó Hilbert y agregó: “Además del núcleo tec­nológi­co para lograr un pro­ce­so que sea viable y aplic­a­ble en diver­sas regiones del mun­do, se requiere iden­ti­ficar la mate­ria pri­ma con condi­ciones de sum­in­istro sostenibles y fiables”.

BABET-REAL5 es un proyec­to de inves­ti­gación en el que par­tic­i­pan insti­tu­ciones de Europa y Améri­ca Lati­na encuadra­do en la con­vo­ca­to­ria Hori­zon 2020 de la Unión Euro­pea. El con­sor­cio respon­s­able del proyec­to, del cual for­ma parte el INTA, está con­sti­tu­i­do por pro­fe­sion­ales e inves­ti­gadores que rep­re­sen­tan a Cen­tros de Inves­ti­gación con recono­ci­da jer­ar­quía inter­na­cional.

Julio Valles, coor­di­nador téc­ni­co del proyec­to y ref­er­ente de la Uni­ver­si­dad de Toulouse –Fran­cia–, man­i­festó que el obje­ti­vo final del proyec­to Hori­zon 2020 es demostrar la via­bil­i­dad económi­ca, téc­ni­ca y ambi­en­tal de un pro­ce­so que está desar­rol­la­do en el lab­o­ra­to­rio. “La próx­i­ma eta­pa estará enfo­ca­da en la con­struc­ción, en alguno de los país­es socios, para poder escalar el proyec­to”, indicó.

En el mar­co del con­sor­cio inter­na­cional BABET-REAL5, ref­er­entes del INTA, de insti­tu­ciones de Lati­noaméri­ca y de la Unión Euro­pea se reunieron en Buenos Aires para analizar alter­na­ti­vas para la pro­duc­ción de bio­com­bustibles de segun­da gen­eración, a par­tir de mate­ria seca veg­e­tal de resid­u­os agroin­dus­tri­ales.

De acuer­do con Valles, “una de las prin­ci­pales ven­ta­jas de la Argenti­na, es la can­ti­dad de bio­masa disponible y a un pre­cio de cosecha acce­si­ble. En otros país­es, el cos­to de la bio­masa es ele­va­do y es uno de los pun­tos neg­a­tivos”.

El proyec­to, finan­cia­do por la Unión Euro­pea, bus­ca avan­zar tan­to en el estu­dio de fuentes de mate­rias pri­mas como en los pro­ce­sos de con­ver­sión y de obten­ción de var­ios copro­duc­tos con val­or agre­ga­do.

El INTA par­tic­i­pa en var­ios módu­los con pro­fe­sion­ales de diver­sas unidades y espe­cial­i­dades que abar­can des­de el mejo­ramien­to de pro­ce­sos de trans­for­ma­ción, la eval­u­ación de mate­rias pri­mas, los impactos ambi­en­tales has­ta el estu­dio de un caso de nego­cio para val­o­rar su factibil­i­dad.

“Para nosotros es impor­tante que, como insti­tu­ción, teng­amos la opor­tu­nidad de par­tic­i­par de este Con­sor­cio Inter­na­cional de inves­ti­gadores y de lab­o­ra­to­rios de primera gen­eración que están a la van­guardia, no solo en el desar­rol­lo de bio­com­bustibles, sino tam­bién, en toda la cade­na de val­or que se puede gener­ar a par­tir de la trans­for­ma­ción de una bio­masa tan bara­ta y tan acce­si­ble como es un resid­uo celulósi­co”, con­cluyó Hilbert.

Fuente: INTA Infor­ma.