Vuelve a quedar la provincia de Ciego de Ávila por debajo del volumen de azúcar que se propuso producir.
Nadie lo deseó así. Conozco bien al azucarero avileño: al del surco, al de la combinada, al del camión o la locomotora, al de la industria, e incluso al directivo, y sé que si algo deseaban era cumplir el plan de producción.
Para ello se intentó crear condiciones desde la etapa de los preparativos, en función de lo cual no siempre se dispuso de todo lo materialmente necesario, aunque tal vez tampoco todo el mundo puso, a tiempo, lo que las reparaciones demandan también desde el fondo del hombre.
Aun así, tres de los cuatro centrales avileños pudieron adelantaron el inicio de su molida. Así lo reconoció el balance final, realizado recientemente, con participación de todos los factores que intervinieron en la contienda.
Fue un análisis objetivo, valiente, sin temor a reconocer problemas como la superficialidad que volvió a signar a los estimados de caña, sobre todo al de junio 30: estratégico para la zafra. Por eso el experimentado agrocañero Alexis Martín solo concibe un modo de hacer bien ese estimado; y es campo a campo, tocando el plantón con los ojos y con la mano.
Chapucerías, como la presencia de marabú, del llamado Pili Pili o de otras especies invasoras, dentro de las plantaciones cañeras, no tienen por qué ocurrir, tal y como señaló el ingeniero Eduardo Larrosa Vázquez, director general de la Empresa Azucarera Ciego de Ávila.
Y todo el mundo sabe por qué: dichas plantas son mortales para las cuchillas de las combinadas, devienen materia extraña, atentan contra la calidad de la materia prima…
Para que se tenga una idea: la empresa pagó alrededor de cinco millones de pesos por caña que no era tal, sino elementos extraños, nocivos para el proceso de fabricación y obtención del azúcar.

Numerosas son las causas que incidieron en el no cumplimiento del plan de producción. Entre ellas están el tiempo agrícola perdido (10,9), los bajos rendimientos de la caña (21 bases productivas están por debajo de 33 toneladas por hectárea), pobre aprovechamiento de la capacidad potencial de los centrales (apenas el 50 por ciento) …
Como consecuencia, Ciego de Ávila dejó de producir unas 4 800 toneladas de azúcar por caña dejada de moler, otras 8 000 asociadas al Rendimiento Potencial Cañero y más de 12 000 por motivos de eficiencia industrial.
Por ello, habrá que amarrarse bien los cinturones desde ahora mismo, para lograr una buena etapa de reparaciones con vista a la venidera contienda.
Y habrá también que aumentar el control y la exigencia. Es contraproducente que solo se corte el 92 por ciento de la caña programada y, en cambio, el consumo de combustible remonte el 115 por ciento.
Todos esos “detalles” explican por qué ese azucarado grano que nos llega cada mes por medio de la canasta básica o que el país exporta, le costó a la provincia esta vez un 12 por ciento más caro de lo planificado.
Reconocimiento merece el central Primero de Enero que, a pesar de los serios problemas con disponibilidad de caña en las áreas que tributan materia prima, hizo una magnífica contienda, fue el único que cumplió su plan, aportó por encima y fue el último en paralizar máquinas.
Los demás ingenios también pueden lograrlo. Pero no basta con desearlo, no basta con proponérselo. Hay que asegurarlo con acciones concretas, porque a diferencia de la lluvia, el azúcar no cae del cielo.
Fuente: TvAvila.
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