Azúcar, carne y aceite, la demanda mundial que más crecerá hasta 2027

Las proyecciones de la OCDE y la FAO prevén un estancamiento en el consumo de los alimentos básicos y un ligero declive de los precios agrícolas

Hace 10 años los pre­cios de los ali­men­tos se dis­para­ban, desa­tan­do una alar­ma mundi­al. “Pero los mer­ca­dos agrí­co­las glob­ales han cam­bi­a­do mucho en la últi­ma déca­da”, sostenía este martes Jonathan Brooks, econ­o­mista de la OCDE. Eso es lo que defien­den esa orga­ni­zación (una agru­pación de los país­es más desar­rol­la­dos) y la FAO (agen­cia de la ONU para la ali­mentación y la agri­cul­tura) en su informe anu­al de per­spec­ti­vas para la pro­duc­ción de ali­men­tos en la próx­i­ma déca­da. “La ten­den­cia, en gen­er­al, será de crec­imien­tos suaves en la deman­da y la pro­duc­ción, con unos pre­cios en ligero declive”, señala Katia Covar­ru­bias, exper­ta de la FAO.

El doc­u­men­to asume tres premisas: que los stocksmundi­ales de cereales se han llena­do de nue­vo, que el boom de los bio­com­bustibles (a quienes muchos cul­paron de aque­l­la cri­sis de hace 10 años) ya no será tal y que la economía chi­na seguirá enfrián­dose. Por ello, señala, el devenir del mer­ca­do agrí­co­la volverá a depen­der bási­ca­mente del alza del número de con­sum­i­dores. Y, con las tasas de crec­imien­to de la población mundi­al en revisión a la baja, la deman­da de pro­duc­tos agrí­co­las se ralen­ti­zará. Lo mis­mo ocur­rirá con el con­sumo de ali­men­tos bási­cos como el arroz, el tri­go o el maíz.

Una excep­ción notable, apun­ta Covar­ru­bias, será la del azú­car y los aceites veg­e­tales. La ráp­i­da urban­ización de los país­es en desar­rol­lo traerá con­si­go —pese a su demostra­do impacto neg­a­ti­vo sobre la salud— un aumen­to del con­sumo ali­men­tos proce­sa­dos o la comi­da ráp­i­da, ricos en ambos pro­duc­tos.

La carne se ralen­ti­zará a niv­el mundi­al, pero for­ma desigual en fun­ción de la región: en Améri­ca man­ten­drá un crec­imien­to fuerte, mien­tras en Europa y Asia lo hará de for­ma mod­er­a­da (por los cam­bios en las pref­er­en­cias dietéti­cas), y en África sub­sa­har­i­ana ape­nas se expandirá (por diver­sos motivos, des­de cul­tur­ales has­ta de acce­so físi­co al pro­duc­to), según las proyec­ciones del estu­dio.

En cualquier caso, y empu­ja­da por un aumen­to gen­er­al­iza­do de los lácteos, la may­or deman­da de pro­teí­nas de ori­gen ani­mal en gen­er­al se debería tra­ducir en un impul­so para la pro­duc­ción de cereales des­ti­na­dos a pien­sos como el maíz o la soja. De hecho, se espera que más de la mitad del aumen­to en el con­sumo de cereales se dedique a dar de com­er a ani­males.

En con­jun­to, los exper­tos pronos­ti­can que la pro­duc­ción de ali­men­tos (tan­to agrí­co­las como pes­queros) cre­cerá un 20% de aquí a 2027. De ese aumen­to, el 70% se pro­ducirá gra­cias a una may­or efi­cien­cia y pro­duc­tivi­dad, y solo el 30% por una exten­sión del área cul­ti­va­da o del tamaño de los rebaños.

Según las Per­spec­ti­vas Agrí­co­las 2018–2027, los pre­cios reales de las prin­ci­pales com­modi­ties ali­men­ta­rias seguirán bajan­do. Así, los val­ores se man­ten­drán por deba­jo de los récords reg­istra­dos entre 2006 y 2008 (para los cereales y las oleagi­nosas) y 2013 y 2014 (para la carne y los lácteos), pero sin lle­gar a los mín­i­mos de prin­ci­p­ios de este siglo. “Pero los mer­ca­dos agrí­co­las son siem­pre incier­tos”, advertía Brooks.

El informe, de hecho, no toma en con­sid­eración las cre­cientes ten­siones com­er­ciales que podrían alter­ar estas pre­vi­siones, ni los nuevos planes de Chi­na respec­to a la pesca o la pro­duc­ción de etanol. Mien­tras tan­to, los BRICS (Brasil, Rusia, India, Chi­na y Sudáfrica) seguirán desem­peñan­do un papel cru­cial como provee­dores de ali­men­tos para le mer­ca­do mundi­al. Rusia y Ucra­nia se man­ten­drán tam­bién como poten­cias emer­gentes en la pro­duc­ción de cereales.

Esa con­cen­tración de los país­es expor­ta­dores, advierten los exper­tos, supone un ries­go. Un desas­tre nat­ur­al que cer­rara la sal­i­da de ali­men­tos de uno de esos cen­tros pro­duc­tivos —por ejem­p­lo, una inun­dación en las car­reteras que conectan el inte­ri­or de Brasil con los puer­tos— o un cam­bio en la políti­ca com­er­cial en alguno de esos Esta­dos podría gener­ar cri­sis de pre­cios y, en con­se­cuen­cia, ali­men­ta­rias.

Fuente: El País